Hoy en día, toda gran ciudad puede transformarse en un gran caos gracias a las protestas de la gente que molesta a los que nada tienen que ver con su justo? reclamo. Por un corte de agua, corte de calles. Como si los perjudicados que tienen que pasar por ahí rumbo a sus trabajos u hogares tuvieran la potestad de "abrir una llave mágica" para que vuelva el agua. Por unos despidos injustos?, corte de calles. Como si los que tenemos que transitar por dicha calle o ruta cortada pudieramos reincorporar a los cesanteados. Por no estar de acuerdo con el gobierno, corte de calles o rutas. Claro, todos los que transitamos por dichas vías de comunicación lo votamos y somos los culpables, de los que cortan "ninguno" lo votó.... Por no estar de acuerdo con los montos que reciben por ayuda social, corte de calle o toma de una plaza..... ¿acaso de los impuestos que pagamos no hay una parte que es destinada a ser parte de estos planes sociales? De la nada no salen.... O sea, que no solo pagamos altos impuestos de los cuales una parte sirve para "ayudar" a quienes "no tienen trabajo" (o no quieren trabajar, trabajo hay.!) sino que debemos ser castigados por estas personas que impiden nuestro tránsito. Ah.! Los destrozos provocados por estas protestas también los pagamos nosotros.....Los chicos en edad escolar aprenden rápido.! Corte de calles porque no tienen estufas en invierno (acaso yo iba a una con estufas?) o porque el uniforme que les tocó es con corbata roja en lugar de azul..... Todo viene bien para un par de días sin clases y un poco de bolonqui.

En la ciudad de la furia todo puede pasar.


Esta es la contribución de Lin:

El problema de haber nacido en democracia, es que sin darme cuenta la naturalicé y la di por sentada. Nunca me detuve a pensar lo que significaba mi libertad y en los que alguna vez se tuvieron que sacrificar por que la obtenga. Hasta que un día en la puerta de un baño (me hubiera encantado que el contexto haya sido más poético) leí la siguiente frase: "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo" (Voltaire) Me quedé helada, era indiscutible. Me sentí una hipócrita, me jactaba de democrática pero no me imaginaba poniendo el pecho para que Cecilia de Pando pudiera llevar a cabo uno de sus actos. Después de todo es mucho más fácil ser liberal con las personas que piensan (y son) como uno. Y creo que eso es lo interesante de la democracia, un otro distinto y ajeno a mí tiene garantizado mi auxilio en cuanto su derecho se vea amenazado. Una vez un profesor dictando una clase de republicanismo dijo lo siguiente (la cita es tan fiel como mi memoria lo permite): "...Vos y yo podemos no tener nada en común, ni la raza, ni el sexo, ni la religión, ni el idioma, ni las costumbres, ni las preferencias, pero a partir de este momento entre vos y yo nace un pacto. Vos y yo nos vamos a llamar ciudadanos, vos y yo nos vamos a comprometer a compartir un territorio determinado, vos y yo vamos a gozar de los mimos derechos, vos y yo vamos a ser iguales..." Nuevamente, cuando uno cree que tiene todo cocinado, la vida se encarga de demostrarle lo contrario. De repente empecé a entender mi país desde otro ángulo, puede sonar estúpido, pero el mate, el dulce de leche, el futbol pasaron a un plano muy lejano. El hecho de llamarnos argentinos (o franceses, o bolivianos, o canadienses, o angoleños) me garantiza que vos y yo estamos en esta juntos, somos vos y yo contra el mundo. Y no pude evitar pensar la cantidad de veces en que falté a ese compromiso que había contraído al nacer en este suelo. Voy a ser sincera, esto de la república es un poco abrumador. Según lo que me están diciendo, el hecho de que uno de nosotros pase hambre, sufra una injusticia, necesite trabajo, no tenga donde vivir, etc. pasa a ser directamente un problema mío también. Es más, hasta hay un documento (el nuestro se llama Constitución Nacional) en el que me comprometo a que sea mi problema (art. 14 - art. 14bis - art. 41 - art. 42, por nombrar algunos, y unos cuantos tratados internacionales también), este documentito me impide esgrimir un "yo no tengo nada que ver". Básicamente esto de vivir en una república me limita las opciones, o el problema del otro es efectivamente mi problema, o a través de una asamblea constituyente modificamos nuestro concepto compartido de "problema" (total es algo subjetivo), o desisto y hago las valijas con destino a algún otro lugar que me cierre más. Según este documentito, es tan ilegal que me corten una calle como morirme de hambre, y no solo eso, también es igual de culpable el que corta la calle como el que permite que el otro se muera de hambre, un bajón bárbaro. Creo que hay dos tipos de personas: los que defienden al que corta una calle, escracha o marcha para que la empresa de transporte baje los precios y los que defienden al que miente al momento de sacar el boleto para pagar menos. El eje de la cuestión no reside en estar o no de acuerdo con el motivo de la manifestación, sino en la naturaleza misma de las formas, la primera molesta pero persigue un beneficio común que terminará por alcanzar a personas que o no se molestaron o no se interesaron en perseguirlo; la segundo no molesta, pero me tiene a mí como único beneficiario. Y si, después de esto es imposible replantearte esta idea de república que tuvieron unos desequilibrados hace un par de siglos, la idea suena muy linda pero la verdad que tanta renuncia y abnegación no es tan simple. El problema es que debo ser una optimista incurable o una romántica que raya la insensatez, pero no puedo evitar seguir eligiéndolo día tras día.



Gracias a Abaddón por su contribución involuntaria, jeje, y gracias a Lin por el tiempo que se tomó en armar algo tan interesante.

LGS