2006-06-30

Se terminó el sueño




Bueno, hemos quedado fuera del mundial. Muy digna nuestra actuación, nos faltó un poco de fuerzas y "piernas" para ganarle a una muy ganable Alemania. Se notó el respeto que nos tuvieron en un partido que nos fue favorable en su mayor parte. Dominamos, pero no pudimos definirlo y en la lotería de los penales, ellos ganaron. Ahora a buscar otro tipo de programas en la televisión ya que si Argentina esta fuera del mundial, el mismo carece de interés. Si, los argentinos en materia de fútbol, somos así. El mundial es un evento para ver si y solo sí esta Argentina jugando. No esperamos que nos entiendan, solo que nos respeten en nuestro sentir de ese deporte- pasión nacional.
Bien por los jugadores, bien por el técnico (la crítica por no haber llevado determinado jugador ya la hice en su momento, no tiene lugar ahora). A esperar 4 años más por Sudáfrica 2010.
Igual: VAMOS ARGENTINA!!!!!!!!!!

A!

2006-06-23

Hombre de la esquina rosada. Jorge Luis Borges

Hombre de la esquina rosada
A Enrique Amorim
A mi, tan luego, hablarme del finado Francisco Real. Yo lo conocí, y eso que éstos no eran sus barrios porque el sabía tallar más bien por el Norte, por esos laos de la laguna de Guadalupe y la Batería. Arriba de tres veces no lo traté, y ésas en una misma noche, pero es noche que no se me olvidará, como que en ella vino la Lujanera porque sí a dormir en mi rancho y Rosendo Juárez dejó, para no volver, el Arroyo. A ustedes, claro que les falta la debida esperiencia para reconocer ése nombre, pero Rosendo Juárez el Pegador, era de los que pisaban más fuerte por Villa Santa Rita. Mozo acreditao para el cuchillo, era uno de los hombres de don Nicolás Paredes, que era uno de los hombres de Morel. Sabía llegar de lo más paquete al quilombo, en un oscuro, con las prendas de plata; los hombres y los perros lo respetaban y las chinas también; nadie inoraba que estaba debiendo dos muertes; usaba un chambergo alto, de ala finita, sobre la melena grasíenta; la suerte lo mimaba, como quien dice. Los mozos de la Villa le copiábamos hasta el modo de escupir. Sin embargo, una noche nos ilustró la verdadera condicion de Rosendo. Parece cuento, pero la historia de esa noche rarísima empezó por un placero insolente de ruedas coloradas, lleno hasta el tope de hombres, que iba a los barquinazos por esos callejones de barro duro, entre los hornos de ladrillos y los huecos, y dos de negro, dele guitarriar y aturdir, y el del pescante que les tiraba un fustazo a los perros sueltos que se le atravesaban al moro, y un emponchado iba silencioso en el medio, y ése era el Corralero de tantas mentas, y el hombre iba a peliar y a matar. La noche era una bendición de tan fresca; dos de ellos iban sobre la capota volcada, como si la soledá juera un corso. Ese jue el primer sucedido de tantos que hubo, pero recién después lo supimos. Los muchachos estábamos dende tempraño en el salón de Julia, que era un galpón de chapas de cinc, entre el camino de Gauna y el Maldonado. Era un local que usté lo divisaba de lejos, por la luz que mandaba a la redonda el farol sinvergüenza, y por el barullo también. La Julia, aunque de humilde color, era de lo más conciente y formal, así que no faltaban músicantes, güen beberaje y compañeras resistentes pal baile. Pero la Lujanera, que era la mujer de Rosendo, las sobraba lejos a todas. Se murió, señor, y digo que hay años en que ni pienso en ella, pero había que verla en sus días, con esos ojos. Verla, no daba sueño. La caña, la milonga, el hembraje, una condescendiente mala palabra de boca de Rosendo, una palmada suya en el montón que yo trataba de sentir como una amistá: la cosa es que yo estaba lo más feliz. Me tocó una compañera muy seguidora, que iba como adivinándome la intención. El tango hacía su voluntá con nosotros y nos arriaba y nos perdía y nos ordenaba y nos volvía a encontrar. En esa diversion estaban los hombres, lo mismo que en un sueño, cuando de golpe me pareció crecida la música, y era que ya se entreveraba con ella la de los guitarreros del coche, cada vez más cercano. Después, la brisa que la trajo tiró por otro rumbo, y volví a atender a mi cuerpo y al de la companera y a las conversaciones del baile. Al rato largo llamaron a la puerta con autoridá, un golpe y una voz. En seguida un silencio general, una pechada poderosa a la puerta y el hombre estaba adentro. El hombre era parecido a la voz. Para nosotros no era todavía Francisco ReaI, pero sí un tipo alto, fornido, trajeado enteramente de negro, y una chalina de un color como bayo, echada sobre el hombro. La cara recuerdo que era aindiada, esquinada. Me golpeó la hoja de la puerta al abrirse. De puro atolondrado me le jui encima y le encajé la zurda en la facha, mientras con la derecha sacaba el cuchillo filoso que cargaba en la sisa del chaleco, junto al sobaco izquierdo. Poco iba a durarme la atropellada. El hombre, para afirmarse, estiró los brazos y me hizo a un lado, como despidiéndose de un estorbo. Me dejó agachado detrás, todavía con la mano abajo del saco, sobre el arma inservible. Siguió como si tal cosa, adelante. Siguió, siempre más alto que cualquiera de los que iba desapartando, siempre como sin ver. Los primeros -puro italianaje mirón- se abrieron como abanico, apurados. La cosa no duró. En el montón siguiente ya estaba el Inglés esperándolo, y antes de sentir en el hombro la mano del forastero, se le durmió con un planazo que tenía listo. Jue ver ése planazo y jue venírsele ya todos al humo. El establecimiento tenía más de muchas varas de fondo, y lo arriaron como un cristo, casi de punta a punta, a pechadas, a silbidos y a salivazos. Primero le tiraron trompadas, después, al ver que ni se atajaba los golpes, puras cachetadas a mano abierta o con el fleco inofensivo de las chalinas, como riéndose de él. También, como reservándolo pa Rosendo, que no se había movido para eso de la paré del fondo, en la que hacía espaldas, callado. Pitaba con apuro su cigarrillo, como si ya entendiera lo que vimos claro después. El Corralero fue empujado hasta él, firme y ensangrentado, con ése viento de chamuchina pifiadora detrás. Silbando, chicoteado, escupido, recién habló cuando se enfrentó con Rosendo. Entonces lo miró y se despejo la cara con el antebrazo y dijo estas cosas: ­Yo soy Francisco Real, un hombre del Norte. Yo soy Francisco Real, que le dicen el Corralero. Yo les he consentido a estos infelices que me alzaran la mano, porque lo que estoy buscando es un hombre. Andan por ahí unos bolaceros diciendo que en estos andurriales hay uno que tiene mentas de cuchillero , y de malo , y que le dicen el Pegador. Quiero encontrarlo pa que me enseñe a mi, que soy naides, lo que es un hombre de coraje y de vista. Dijo esas cosas y no le quitó los ojos de encima. Ahora le relucía un cuchillón en la mano derecha, que en fija lo había traído en la manga. Alrededor se habían ido abriendo los que empujaron, y todos los mirábamos a los dos, en un gran silencio. Hasta la jeta del milato ciego que tocaba el violín, acataba ese rumbo. En eso, oigo que se desplazaban atrás, y me veo en el marco de la puerta seis o siete hombres, que serían la barra del Corralero. El más viejo, un hombre apaisanado, curtido, de bigote entrecano, se adelantó para quedarse como encandilado por tanto hembraje y tanta luz, y se descubrió con respeto. Los otros vigilaban, listos para dentrar a tallar si el juego no era limpio. ¿;Qué le pasaba mientras tanto a Rosendo, que no lo sacaba pisotiando a ese balaquero? Seguía callado, sin alzarle los ojos. El cigarro no sé si lo escupió o si se le cayó de la cara. Al fin pudo acertar con unas palabras, pero tan despacio que a los de la otra punta del salón no nos alcanzo lo que dijo. Volvió Francisco Real a desafiarlo y él a negarse. Entonces, el más muchacho de los forasteros silbó. La Lujanera lo miró aborreciéndolo y se abrió paso con la crencha en la espalda, entre el carreraje y las chinas, y se jue a su hombre y le metió la mano en el pecho y le sacó el cuchillo desenvainado y se lo dió con estas palabras: ­Rosendo, creo que lo estarás precisando. A la altura del techo había una especie de ventana alargada que miraba al arroyo. Con las dos manos recibió Rosendo el cuchillo y lo filió como si no lo reconociera. Se empinó de golpe hacia atrás y voló el cuchillo derecho y fue a perderse ajuera, en el Maldonado. Yo sentí como un frio. ­De asco no te carneo­dijo el otro, y alzó, para castigarlo, la mano. Entonces la Lujanera se le prendió y le echó los brazos al cuello y lo miró con esos ojos y le dijo con ira: ­Dejalo a ése, que nos hizo creer que era un hombre. Francisco Real se quedó perplejo un espacio y luego la abrazó como para siempre y les gritó a los musicantes que le metieran tango y milonga y a los demás de la diversión, que bailaramos. La milonga corrió como un incendio de punta a punta. Real bailaba muy grave, pero sin ninguna luz, ya pudiéndola. Llegaron a la puerta y grito: ­ ¡;Vayan abriendo cancha, señores, que la llevo dormida ! Dijo, y salieron sien con sien, como en la marejada del tango, como si los perdiera el tango. Debí ponerme colorao de vergüenza. Dí unas vueltitas con alguna mujer y la planté de golpe. Inventé que era por el calor y por la apretura y jui orillando la paré hasta salir. Linda la noche, ¿;para quien? A la vuelta del callejón estaba el placero, con el par de guitarras derechas en el asiento, como cristianos. Dentre a amargarme de que las descuidaran así, como si ni pa recoger changangos sirviéramos. Me dió coraje de sentir que no éramos naides. Un manotón a mi clavel de atrás de la oreja y lo tiré a un charquito y me quedé un espacio mirándolo, como para no pensar en más nada. Yo hubiera querido estar de una vez en el día siguiente, yo me quería salir de esa noche. En eso, me pegaron un codazo que jue casi un alivio. Era Rosendo, que se escurría solo del barrio. ­Vos siempre has de servir de estorbo, pendejo ­me rezongó al pasar, no sé si para desahogarse, o ajeno. Agarró el lado más oscuro, el del Maldonado; no lo volví a ver más. Me quedé mirando esas cosas de toda la vida ­cielo hasta decir basta, el arroyo que se emperraba solo ahí abajo, un caballo dormido, el callejón de tierra, los hornos ­y pensé que yo era apenas otro yuyo de esas orillas, criado entre las flores de sapo y las osamentas. ¿;Que iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones pero blandos para el castigo, boca y atropellada no más? Sentí después que no, que el barrio cuanto más aporriao, más obligación de ser guapo. ¿;Basura? La milonga déle loquiar, y déle bochinchar en las casas, y traía olor a madreselvas el viento. Linda al ñudo la noche. Había de estrellas como para marearse mirándolas, una encima de otras. Yo forcejiaba por sentir que a mí no me representaba nada el asunto, pero la cobardía de Rosendo y el coraje insufrible del forastero no me querían dejar. Hasta de una mujer para esa noche se había podido aviar el hombre alto. Para esa y para muchas, pensé, y tal vez para todas, porque la Lujanera era cosa seria. Sabe Dios qué lado agarraron. Muy lejos no podían estar. A lo mejor ya se estaban empleando los dos, en cualesquier cuneta. Cuando alcancé a volver, seguía como si tal cosa el bailongo. Haciéndome el chiquito, me entreveré en el montón, y vi que alguno de los nuestros había rajado y que los norteros tangueaban junto con los demás. Codazos y encontrones no había, pero si recelo y decencia. La música parecia dormilona, las mujeres que tangueaban con los del Norte, no decían esta boca es mía. Yo esperaba algo, pero no lo que sucedió. Ajuera oimos una mujer que lloraba y después la voz que ya conocíamos, pero serena, casi demasiado serena, como si ya no juera de alguien, diciéndole: ­Entrá, m'hija­y luego otro llanto. Luego la voz como si empezara a desesperarse. ­¡;Abrí te digo, abrí gaucha arrastrada, abrí, perra! ­se abrió en eso la puerta tembleque, y entró la Lujanera, sola. Entró mandada, como si viniera arreándola alguno. ­La está mandando un ánima ­dijo el Inglés. ­Un muerto, amigo ­dijo entonces el Corralero. El rostro era como de borracho. Entró, y en la cancha que le abrimos todos, como antes, dió unos pasos marcado ­alto, sin ver ­y se fue al suelo de una vez, como poste. Uno de los que vinieron con él, lo acostó de espaldas y le acomodó el ponchito de almohada. Esos ausilios lo ensuciaron de sangre. Vimos entonces que traiba una herida juerte en el pecho; la sangre le encharcaba y ennegrecia un lengue punzó que antes no le oservé, porque lo tapó la chalina. Para la primera cura, una de las mujeres trujo caña y unos trapos quemados. El hombre no estaba para esplicar. La Lujanera lo miraba como perdida, con los brazos colgando. Todos estaban preguntándose con la cara y ella consiguió hablar. Dijo que luego de salir con el Corralero, se jueron a un campito, y que en eso cae un desconocido y lo llama como desesperado a pelear y le infiere esa puñalada y que ella jura que no sabe quién es y que no es Rosendo. ¿;Ouién le iba a creer? El hombre a nuestros pies se moría. Yo pensé que no le había temblado el pulso al que lo arregló. El hombre, sin embargo, era duro. Cuando golpeó, la Julia había estao cebando unos mates y el mate dió Ia vuelta redonda y volvío a mi mano, antes que falleciera. "Tápenme la cara", dijo despacio, cuando no pudo más. Sólo le quedaba el orgullo y no iba a consentir que le curiosearan los visajes de la agonía. Alguien le puso encima el chambergo negro, que era de copa altísima. Se murió abajo del chambergo, sin queja. Cuando el pecho acostado dejó de subir y bajar, se animaron a descubrirlo. Tenía ese aire fatigado de los difuntos; era de los hombres de más coraje que hubo en aquel entonces, dende la Batería hasta el Sur; en cuanto lo supe muerto y sin habla, le perdí el odio. ­Para morir no se precisa más que estar vivo ­dijo una del montón, y otra, pensativa también: ­Tanta soberbia el hombre, y no sirve más que pa juntar moscas. Entonces los norteros jueron diciéndose un cosa despacio y dos a un tiempo la repitieron juerte después. ­Lo mató la mujer. Uno le grito en la cara si era ella, y todos la cercaron. Ya me olvidé que tenía que prudenciar y me les atravesé como luz. De atolondrado, casi pelo el fiyingo. Sentí que muchos me miraban, para no decir todos. Dije como con sorna: ­Fijensén en las manos de esa mujer. ¿;Que pulso ni que corazón va a tener para clavar una puñalada? Añadí, medio desganado de guapo: ­¿;Quién iba a soñar que el finao, que asegún dicen, era malo en su barrio, juera a concluir de una manera tan bruta y en un lugar tan enteramente muerto como éste, ande no pasa nada, cuando no cae alguno de ajuera para distrairnos y queda para la escupida después? El cuero no le pidió biaba a ninguno. En eso iba creciendo en la soledá un ruido de jinetes. Era la policía. Quien más, quien menos, todos tendrían su razón para no buscar ese trato, porque determinaron que lo mejor era traspasar el muerto al arroyo. Recordarán ustedes aquella ventana alargada por la que pasó en un brillo el puñal. Por ahí paso después el hombre de negro. Lo levantaron entre muchos y de cuantos centavos y cuanta zoncera tenía lo aligeraron esas manos y alguno le hachó un dedo para refalarle el anillo. Aprovechadores, señor, que así se le animaban a un pobre dijunto indefenso, después que lo arregló otro más hombre. Un envión y el agua torrentosa y sufrida se lo llevó. Para que no sobrenadara, no se si le arrancaron las vísceras, porque preferí no mirar. El de bigote gris no me quitaba los ojos. La Lujanera aprovechó el apuro para salir. Cuando echaron su vistazo los de la ley, el baile estaba medio animado. El ciego del violín le sabía sacar unas habaneras de las que ya no se oyen. Ajuera estaba queriendo clariar. Unos postes de ñandubay sobre una lomada estaban como sueltos, porque los alambrados finitos no se dejaban divisar tan temprano. Yo me fui tranquilo a mi rancho, que estaba a unas tres cuadras. Ardía en la ventana una lucecita, que se apagó en seguida. De juro que me apure a llegar, cuando me di cuenta. Entonces, Borges, volví a sacar el cuchillo corto y filoso que yo sabía cargar aquí, en el chaleco, junto al sobaco izquierdo, y le pegué otra revisada despacio, y estaba como nuevo, inocente, y no quedaba ni un rastrito de sangre.

Jorge Luis Borges 1899-1986








El 14 de junio se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de uno de los más grandes escritores argentinos (si no el más grande). Aquí un pequeño resumen de su vida y sus obras.


A!


El 24 de agosto de 1899, a los ocho meses de gestación, nace en Buenos Aires Jorge Luis Borges en casa de Isidoro Acevedo, su abuelo paterno. Es bilingüe desde su infancia y aprenderá a leer en inglés antes que en castellano por influencia de su abuela materna de origen inglés. Georgie, como es llamado en casa, tenía apenas seis años cuando dijo a su padre que quería ser escritor. A los siete años escribe en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio del Quijote; a los nueve traduce del inglés "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. En 1914, y debido a su ceguera casi total, el padre se jubila y decide pasar una temporada con la familia en Europa. Debido a la guerra, se instalan en Ginebra donde Gerorgie escribirá algunos poemas en francés mientras estudia el bachillerato (1914-1918). Su primera publicación registrada es una reseña de tres libros españoles escrita en francés para ser publicada en un periódico ginebrino. Pronto empezará a publicar poemas y manifiestos en la prensa literaria de España, donde reside desde 1919 hasta 1921, año en que los Borges regresan a Buenos Aires. El joven poeta redescubre su ciudad natal, sobre todo los suburbios del Sur, poblados de compadritos. Empieza a escribir poemas sobre este descubrimiento, publicando su primer libro de poemas, Fervor de Buenos Aires (1923). Instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, publicará algunas revistas literarias y con dos libros más, Luna de enfrente e Inquisiciones, establecerá ya en 1925 su reputación de jefe de la más joven vanguardia. En los treinta años siguientes, Georgie se transforma en Borges; es decir: en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de nuestra América. Cansado del ultraísmo (escuela experimental de poesía que se desarrolló a partir del cubismo y futurismo) que él mismo había traído de España, intenta fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribe cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo ("Hombre de la esquina rosada" ,"El Puñal". Pronto se cansará también de este ismo y empezará a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta punto de producir durante dos décadas, 1930-1950, algunas de las más extraordinarias ficciones de este siglo (Historia universal de la infamia,1935; Ficciones, 1935-1944; El Aleph, 1949; entre otros). En 1961 comparte con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, y que será el comienzo de su reputación en todo el mundo occidental. Recibirá luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el Premio Cervantes, entre otros numerosísimos premios y títulos. Una encuesta mundial publicada en 1970 por el Corriere della Sera revela que Borges obtiene allí más votos como candidato al Premio Nobel que Solzhenitsyn, a quien la Academia Sueca distinguirá ese año. El 27 de Marzo de 1983 publica en el diario La Nación de Buenos Aires el relato "Agosto 25, 1983", en que profetiza su suicidio para esa fecha exacta. Preguntado tiempo más tarde sobre por qué no se había suicidado en la fecha anunciada, contesta lisamente: "Por cobardía". Ese mismo año la Academia sueca otorga el Premio Nobel a William Golding; uno de los académicos denuncia la mediocridad de la elección. Todos siguen preguntándose por qué Borges es sistemáticamente soslayado. El premio a Golding parece dar la razón a los que dudan de que los académicos suecos sepan realmente leer. Jorge Luis Borges murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

2006-06-22

Libros: El fin de la eternidad, de Isaac Asimov


Cuantas veces leí cuentos de Asimov donde mostraba un final planteando una situación real, un hecho concreto que sucedió en nuestra historia pero que, a raíz del desarrollo del cuento o del libro, me sorprendía totalmente? Muchas, y esta no será la excepción. Sigo recomendando a Asimov por sobre otros escritores; sucede que no deja de maravillarme despertando el espíritu fantástico que subyace en mí.
A!


¿Qué es el tiempo? ¿Podríamos modificarlo para un fin determinado? Estas premisas, entre otras cosas, aborda el clásico El Fín de la Eternidad de Isaac Asimov, uno de los indiscutidos maestros del género de la CF.
El argumento es el siguiente: una organización que se hace llamar Los Eternos tiene en su poder la manera de modelar el tiempo para realizar cambios necesarios y de esa forma lograr que la armonía, en los sucesivos siglos, se mantenga imperturbable. Este esquema predictivo no era algo novedoso, porque Asimov ya lo había anticipado en la saga de Fundación: Fundación (1951), Fundación e Imperio (1952) y Segunda Fundación (1953). No obstante, mientras que en esta serie se predicen hechos de acuerdo a una lógica histórica cíclica, en El Fin de la Eternidad va mas allá y decide intervenir directamente sobre la materia prima.
Pero, claro, como en toda novela, y más en una de CF, hay alguien que va o puede cambiar las mísmismas condiciones del universo. Y en el caso de El fin..., literalmente. Y como también sucede en toda la literatura hay un mujer. Por y para una mujer, Andrew Harlan, el protagonista, hará todo el esfuerzo por cambiar el estado de las cosas. Como antecedentes famosos, podemos citar un par de casos: Un mundo Feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell, donde los personajes femeninos alteran la rutina del protagonista.
¿Por qué esta novela se ha convertido en un clásico del CF? Por todo.
El fin de la Eternidad constituye una de esas ocasiones donde un entretenimiento nos hace reflexionar, sin querernos imponer. Soñar, sin delirar. ¿Qué más podemos pedir?
También, aparecen temas que luego van a ser transitados y no sólo por la literatura: la famosa paradoja temporal es uno de ellos. Tema que Asimov eleva hasta la hipérbole de la corrección o destrucción de una dimensión temporal. Y podemos darnos cuenta de que es un clásico, cuando la lectura nos resulta fluida, verosímil aunque se haya escrito hace casi cincuenta años.
Acerca de la claridad de la narración, hay una teoría del mismo Isaac que refiere a dos variantes del mismo tema. La del vitraux y la de la ventana. Teoría que traslada a la escritura. Asimov dice que el vitraux es muy bonito, elaborado, pero no nos permite ver con claridad qué hay del otro lado. En cambio, la ventana es transparente y deja ver el fondo. Él aplicaba realmente con precisión esos conceptos. Todos sus trabajos se entienden y nos llevan a seguir la trama sin poder abandonar ni una línea, lo cual potencia su ideas. Se le puede achacar cierta rigidez en la caracterización de los personajes pero la potencia narrativa corrige esas carencias.
En el caso de esta edición, cabe destacar, por un lado, una reseña sobre el autor y bibliografía, ordenada de acuerdo a los ciclos de su carrera; así como también la sobria traducción que no distrae la atención del lector en ningún momento.

Víctor Coviello para Axxón y Garrafex News

2006-06-21

Memoria II (parte 2)

Esta es la respuesta que obtuve de un imbécil luego de publicar mi carta de lectores. Todavía quedan idiotas de este tipo. También adjunto mi contestación y con ella doy por cerrado el tema.

A!


SIMPLES LADRONES? PELOTUDO, SABES DONDE VIVE VIDELA? EN UN EDIFICIO DE LA AVENIDA LIBERTADOR, EN UN SIMPLE DEPARTAMENTO. SABES DONDE VIVEN LOS POLITICOS DE TODA LA VIDA?
QUE HORROR VIVIO EL PAIS? PELOTUDO, SABES LO QUE ES EL MARXISMO? SABES LO QUE ERAN ESOS MUGRIENTOS LLAMADOS PIADOSAMENTE GUERRILLEROS? INFELIZ, SI NO SABES, ENTONCES CERRA LA BOCA, TARADO.
ERAN DESPIADADOS, MATABAN Y METIAN BOMBAS, CHOREABAN BANCOS, SECUESTRABAN EMPRESARIOS, QUISIERON TOMAR POR ASALTO EL PODER, PROPUSIERON A LOS MILITARES UNA GUERRA DE EXTERMINIO.
PORQUE NO VAS A TOMAR POR ASALTO UN CUARTEL EN CUALQUIER PAIS DEL MUNDO? INFELIZ, A VER QUE TE PASA.
VOS O NO TENES EDAD Y DECIS Y REPETIS COMO UN LORO LO QUE TE LAVARON EL CEREBRO, RETARDADO MENTAL, O PERTENECES A ESA IDEOLOGIA -
PATOLOGIA, DERECHOS HUMANOS Y TODA ESA BASURA. LLAMAME FACHO, SI QUERES, PERO YO NO SOY MILITAR Y SI SOY ARGENTINO, Y COMO EL 99,99% DE LA SOCIEDAD DE ESE ENTONCES, SI TENGO QUE EMPUÑAR LAS ARMAS PARA ENFRENTAR A ESOS ROÑOSOS NO TE QUEPE LA MENOR DUDA QUE LO HARE. AH, Y LOS MILES DE COMPATRIOTAS ASESINADOS, SEGUN VOS, NO SON LOS SANTOS QUE PARECEN SER EN LAS PANCARTAS CON LAS FOTOS DE LOS DESAPARECIDOS (EUFEMISMO DE ASESINO, DELINCUENTE, GUERRILLERO, ETC), ME IMPORTA COMO A LA MAYORIA DE LA SOCIEDAD ARGENTINA UNA MIERDA SI LOS HICIERON MIERDA. SI VOS PENSAS DISTINTO, DE QUE MANERA PODIAN ADIVINARLO LOS MILITARES? INFELIZ. O TAMBIEN QUERES LLAMAR A ESOS ASESINOS JOVENES IDEALISTAS. VOS SOS: O UN PENDEJO QUE NO VIVIO ESA EPOCA Y NI TIENE IDEA, O PERTENECES A ESA IDEOLOGIA - PATOLOGIA INTEGRADA POR RESENTIDOS SOCIALES. Y SI SOS DE ESTOS ULTIMOS, REPETIS COMO UN LORITO EL MISMO DISCURSO. HACETE UNA PAJA Y TRAGATE TU PROPIA LECHE. INFELIZ!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ROBERTO BRESCIA. ROSARIO.

te faltó amenazarme de muerte e irme a buscar en un falcon a la puerta de mi casa. o mejor, acusarme de homosexual (eso de tragarme mi propia leche me da que pensar sobre semejante ocurrencia de tu parte y tus inclinaciones sexuales): ahora, si esperás que te diga: ya me callo la boca, señor! no va a suceder. Por otro lado, si tuvieras el cerebro suficiente para haber leido como corresponde lo que dije, hubieras visto que no defendí ni hablé bien de políticos ni nada. Pero que otra cosa se puede esperar de un cabeza cuadrada como vos? Ya se lo que debés estar haciendo... debés estar pensando en salir corriendo a preguntarle a tu superior que es lo que deberías contestar (esa mentalidad milica tuya, sin ser militar,m que no puede decidir por si solo te va a matar).
Y sabés por que no me callo? porque uds no estan más en el poder, porque son dinosaurios decrépitos recordando gestas pasadas, recordando cuando tuvieron poder gracias a las armas grandes, autos grandes, cerebros chicos y hombría disminuída.
\nPor cierto, en que parte leiste que aclamo a los guerrilleros marxistas leninistas de esa época? Sos tan pelotudo, tan poco cerebral, que suponés que por oponerme a tu grupo de ladrones soy un zurdo. y claro! si uds solamente tenían lugar en la cabeza para dos cosas: derecha o izquierda. nada más. En fin, me divierte leer este tipo de cartas. Cartas de imbéciles que piensan en épocas QUE NO VAN A VOLVER. \n\ncuando hablo de compatriotas tambien hablo de los pobre boludos como vos que se creyeron el discurso de ladrones que hablaban de defender la patria. Por cierto, si agarraste las armas, a cuantos violaste? a cuantos torturaste? a cuantos tiraste al río? Sabés, nunca supe de San Martín hciendo eso, ni de Belgrano... Pero compararte a vos y a los de tu generación con los padres de la patria es casi sacrílego. me lavaron el cerebro? no, ese sos vos que solo respondés a órdenes. Yo estudié, soy profesional y puedo leer tus corrientes sin pensar que es el anticristo. Vos sos el del cerebro lavado, el de izquierda o derecha, el de buenos y malos. A mi nadie me lavó el cerebro. Se discernir, se analizar. Vos solo sabés obedecer. Sos un sirviente que no hace preguntas, menos que un esclavo. Porque un esclavo se resiste a su condición, vos no. Vos te regodeás en tu estado. te gusta. Y no es necesario que seas milico, porque queda claro que sos un facho de derecha, ultracatólico. y si fueras todo lo contrario, no tendría empacho en llamarte zurdo de mierda. Pero nunca vas a entender nada de esto. Claro que no, si debiste pensar que soy la encarnación de Marx, jeje\n\nPor último, no soy retardado mental, pero he trabajado con gente que sufre esa condición, por lo tanto, no es un insulto para mí. Tampoco me resulta insultante la palabra "derechos humanos". Esos derechos humanos son los que te permitieron sobrevivir sin que te fueran a buscar y te asesinaran de un balazo en la nuca cuando te escondiste una vez que apareció la democracia. Porque si lo que decís es tan cierto: por que no salís con tu grupo de gente a la calle a proclamarlo? sabés por que? porque no sos más que un cobarde, siempre lo fuiste. Digiste lo que pensabas cuando el poder de turno te respaldaba, pero ahora solo respondés en mails y disimulás tu condición.

Ariel Lagos

2006-06-14

Memoria II


En mi ciudad se ha dispuesto que el edificio donde funciona el bar Rock and feller's sea desalojado para que a partir del año 2007 funcione ahi el Museo de la memoria, un museo destinado a mantener vigente el recuerdo de los años de horror provocado por los militares argentinos en el llamado Proceso de Reorganización Nacional. Se han desatado muchas críticas al respecto y no he quedado al margen. Casi la gran mayoría que esta en contra de dicho cambio, apunta a que el bar es un lindo lugar que favorece a la ciudad y a su turismo. No comparto para nada esta visión y he escrito una carta de lectores a un diario de mi ciudad al respecto.
A continuación, dicha carta...

A!
Estética vs. homenaje
Creo que no se trata de defender un bar que puede ubicarse en otro lado. Tampoco creo que las llamadas "heridas pasadas" sean un absurdo, porque son heridas que no cerraron ni van a cerrar. También soy firme creyente de que el ser humano puede tropezar con la misma piedra, por eso no está demás que las generaciones futuras conozcan el horror que vivió el país a manos de simples ladrones que armaron sus negociados disfrazados de defensores de la patria. Jamás la modernidad o estética de la ciudad deberá ser priorizada por sobre la memoria de miles de compatriotas asesinados, algunos por simplemente pensar distinto. No me interesa la demagogia, y si tengo que elegir entre estética y homenaje, entre modernización y memoria, queda claro que la elección no va a apuntar a la superficialidad.
Ariel Lagos

2006-06-09

Memoria: La patria fusilada



No soy de reivindicar a los militares. Generalmente no me gusta su verticalidad, no la comprendo, no me gusta sus sitema ni menos la idea de que alguien sea mejor que yo porque porte un arma. Tampoco creo en lo indispensable de una fuerza armada, pero se que todo pueblo está obligado a tenerla y, muchas veces, a sufrirla.

El otro día contestaba una carta de lectores reivindicando la memoria. Una memoria sobre una época que no estuve en forma conciente (la edad no me lo permitía) pero que quiero tener presente hasta que se haga justicia. No obstante, si debo ser justo, esto también es parte de la memoria. Puedo no compartir ideas con el tipo de gobierno que se va a tratar a continuación, pero merece mi respeto.

Aqui transcribo una carta de lectores que me parece oportuno hacerlo, por la memoria...

A!

La patria fusilada

El bombardeo sobre plaza de Mayo fue la antesala de la trágica irrupción oligárquica-imperial que tres meses después iba a acabar con el gobierno democrático del general Perón. Un gobierno que entre 1946 y 1955, partiendo de un país tan pobre, injusto y dependiente como el que hoy sufrimos, supo construir una nueva Argentina justa, libre y soberana, modelo para todas las naciones de América. En la noche del 9 de junio de 1956, a nueve meses del derrocamiento del presidente constitucional Juan Domingo Perón por la autodenominada Revolución Libertadora, militares y civiles peronistas intentan recuperar el poder por las armas. Los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, junto con el teniente coronel Oscar Lorenzo Cogorno, encabezan una dispersa rebelión cívico-militar que tiene sus focos aislados en Buenos Aires, La Plata y Santa Rosa. El 10 de junio, a menos de 24 horas del levantamiento peronista y cuando ya no existen focos de resistencia, el gobierno de facto encabezado por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas lanza el decreto Nº 10.364, que impone la ley marcial. La pena de muerte debía hacerse efectiva a partir de entonces. Sin embargo, se aplica reatroactivamente a quienes se habían sublevado el sábado 9 y ya se han rendido y están prisioneros. El artículo 18 de la Constitución nacional vigente hasta ese momento aseguraba: "Queda abolida para siempre la pena de muerte por motivos políticos". No obstante, con una velocidad sorprendente el régimen de la Revolución Libertadora ordena que en menos de 72 horas se efectúen los fusilamientos de militares y civiles en seis lugares distintos. En plena campaña de cacería y matanza, para sorpresa de todos, el general Valle se presentó en el velatorio de uno de sus camaradas asesinados, el coronel Cortinez. El general podría haberse asilado en una embajada, pero al atardecer del 12 de junio decide entregarse para poner fin a la matanza. A pesar de que ha encabezado el levantamiento antes de la instauración de la pena de muerte, lo fusilan a las diez de la noche. Entre esa noche y los dos días siguientes fueron pasados por las armas 27 oficiales y suboficiales de las fuerzas armadas, y por lo menos los 5 civiles asesinados en los basurales en José León Suárez. Sin proceso, sin decreto de fusilamiento, sin aviso previo, por orden verbal del jefe de policía de la provincia de Buenos Aires, teniente coronel Desiderio Suárez, transmitida al jefe de la unidad regional San Martín de esa repartición, donde se hallaban detenidos. Los fusilamientos de civiles se efectuaron en la madrugada del 10 de junio de 1956, en un basurero existente en la intersección de la calle 9 de Julio y avenida Márquez de la localidad de José León Suárez. Una comisión policial condujo hasta allí a los prisioneros y les disparó sorpresivamente. Hasta ese momento las víctimas ignoraban que alguien los hubiese condenado a muerte y por qué. "Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado", le dice el general Juan José Valle en una nota al general Pedro Eugenio Aramburu, poco antes de morir fusilado. Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo. De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos. Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía". Finalmente, Valle cierra su carta con un ruego: "... que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria".

Roberto Capdevila (Venado Tuerto)

2006-06-02

No perecedero



Que tema que no se agota jamás. Que se lo redescubre cada cierto tiempo y siempre hay una vuelta de tuerca más para escucharlo. Uno de mis preferidos y de los mejores del rock de mi país de todos los tiempos.






Mi enfermedad (Andrés Calamaro)

Estoy vencido porque el mundo me hizo así,
no puedo cambiar.Soy el remedio sin receta
y tu amor mi enfermedad.
Estoy vencido porque el cuerpo de los dos
es mi debilidad esta vez el dolor va a terminar.
Parece que la fiesta terminó, perdidos en el túnel del amor.
Y me dicen las hojas del libro que más leo yo
que esta vez el esclavo se escapó.
Me entrego al vino porque el mundo me hizo así,
no quiero cambiar.
Soy el remedio sin receta
y tu amor mi enfermedad.
Estoy vencido porque el cuerpo de los dos
es mi debilidad, esta vez el dolor va a terminar.
Del árbol una hoja se cayó,
en mi boca la manzana se fundió.
Tendrías que aprender a pedir perdón,
esta vez la cadena se rompió.
Para quienes no la conozcan, pueden escucharla en el reproductor de la izquierda.
Ariel