2008-03-18

Donde murió solamente un HOMBRE


Que sencillo entender por que, desde que lo conocí, lo admiré profundamente. Como entender que esos pasos, que lo llevarian directamente a la inmortalidad, eran los pasos del ideal del hombre.
En La Higuera murió un verdadero hombre, alguien de quien Sartre escribiría después:"era el ser humano más completo de nuestra época», sensibilizándose en la miseria que todavia viven millones y entregando lo único que traemos a este mundo, nuestra vida, en pos de ese ideal, sin reparar en sacrificios; llegando a lo más alto de la entrega humana.
Dejo, quizás, sus últimas frases, contadas por quien dió fin a una vida, pero comienzo a una leyenda.

"Dudé 40 minutos antes de ejecutar la orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que fui. Ése fue el peor momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin responder. Entonces me preguntó: «¿Qué han dicho los otros?». Le respondí que no habían dicho nada y él contestó: «¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. «¡Póngase sereno —me dijo— y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre!». Entonces di un paso atrás, hacia el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto."

Mario Terán

Por último, un poco egoista de mi parte, pero jamás frívolo, el rescatar, dentro del tiempo y la distancia, más que un sentimiento de hermandad con mi comandante, quien hasta en lo más sencillo era el más grande.

A!

Ernesto Guevara y el fútbol

El periodista y escritor argentino Hugo Gambini, detalló en su libro "El Che Guevara" (de 1968) los inicios de la relación de Ernesto Guevara con el futbol: "Leía las crónicas deportivas para informarse sobre los campeonatos profesionales de fútbol y como la mayoría de sus amigos eran adictos a los mismos clubes (Boca Juniors o River Plate), Ernesto quiso elegir uno distinto. Cuando descubrió la existencia de Rosario Central, un club de la ciudad donde él había nacido, se adhirió fervorosamente a su divisa. A partir de ese instante le encantó que le preguntaran '¿De qué cuadro sos?', porque le daba la oportunidad de responder con cierta altivez: 'De Rosario, de Rosario Central. Yo soy rosarino'".

Osvaldo Bayer escritor santafecino y fanático de Rosario Central decide hacerle una nota a la prestigiosa hermana del Che, Celia: Ésta accede con la condición que no le pregunte sobre su hermano. La entrevista transcurre amena pero al siempre tranquilo Bayer parece sacudirle la intención de preguntarle a Celia sobre el Che: Al culminar la charla, el escritor y periodista le pide una sola pregunta sobre el Che: La hermana, sonriente, accede: Quedate tranquilo Osvaldo, que Ernesto era de Central

El Sr. Alberto Granado, amigo personal del Che y compañero de ruta en sus viajes lo confirmó en varias oportunidades: “Ernesto siempre fue hincha de Central”. Fuser (como le decían sus amigos cariñosamente a Guevara) era centralista por dos razones, según Granado: una porque nació en Rosario el 14 de junio de 1928, y dos, “porque Ernesto era hincha del Chueco García (Ernesto, El Poeta de la Zurda), un wing izquierdo muy bueno que después pasó a Racing, mi equipo”

Hoy, en el Museo del Che de La Habana descansa la camiseta azul y oro de Rosario Central listada verticalmente



1 comentario:

Silvina dijo...

Hay un documental que se llama "Ernesto 'Che' Guevara: diarios de Bolivia", está bárbaro, quizás no es del tipo de documental más moderno, pero vale la pena verlo.

Besos!!