2009-05-18

Violeta caminaba con frío, a la mañana, envuelta en su ropa negra. Pero desde hacia años estaba atravesando una época donde el color que le daba nombre se hacia presente en algún detalle. Se anudó la bufanda de ese color en el cuello y se dispuso a cruzar. Las lágrimas eran mitad por frío, pero las otras, la otra mitad, no. Tenía varios mensajes en su teléfono celular, mensajes que ya no quería leer. Solo le mostraban el desequilibrio de él, hasta que punto podía hacerla sufrir y sufrir también el al mismo tiempo. Mientras seguía el camino de todos los días al trabajo, no pensaba más que en el dolor.
Lo conoció en su trabajo, tarde, a última hora. Llegó como uno de las tantas víctimas de accidentes de tránsito y se quedó a ponerle otro color a su vida. Nunca había confiado en alguien y se sentía como un perro de la calle, solitaria,desconfiada y abandonada. Sin embargo no sabía por que, pero aceptó su invitación y se encontró mostrando sus secretos. Esa noche se miró al espejo y no se reconoció. Se quitó la hebilla para el pelo color violeta y sonrió.
Los días pasaron en un verano tórrido, con tardes calurosas e inolvidables. Todo era nuevo y nada como se había imaginado; volvía a casa con las mejillas enrojecidas y una sonrisa perenne.
Quiso saber de él, pero no se lo permitió. El era esos momentos que compartían, luego un fantasma. Era una tarde de martes, una noche de jueves o una salida de domingo. Pero intentar ver más profundo en él era mirar el fondo de un pozo oscuro, apenas vislumbrando el agua agitarse más allá. Presintiendo formas bajo la superficie, pero ocultas, siempre ocultas.
Nunca creyó que el amor fuera algo predestinado para ella, la soledad tal vez si, recurrente compañera, menos difícil con el paso de los años. Más por resignación, más por temor... la osadía se había ido junto a sus palos de hockey y sus amigos de la infancia. Y de ello solo le quedaba su nombre, su color.
Cuando lo vio con otra no pudo reaccionar. Se quedo inmóvil en el mismo lugar, a pesar de que hacia horas se habían ido. El entumecimiento en sus piernas la hizo reaccionar. Caminó como un autómata hasta su casa; el verano había dejado paso a un otoño frío. No recordaba sus marañas de mentiras, sus intentos de explicación y sus ruegos, seguidos de ataques de furia y amenazas. Ya escapaba a su entendimiento. Escapaba a sus posibilidades el entender que pudiera esperar ser correspondida y terminar con el corazón destruido, utilizando los escombros para levantar barreras infranqueables, barreras que la alejarían un poco más cada día del resto del mundo.
Dejó de responder sus llamados, no volvió a leer sus cartas ni a contestar los golpes a la puerta de madrugada. Se sumergió en su trabajo, insensibilizada ante el dolor ajeno, llevando una vida que, en sus pocos momentos de reflexión, la asqueaba.
Había un ramo de violetas esperándola, como a cada aniversario de haberlo conocido. Maquinalmente lo arrojó a la basura y salió al frío del invierno. La bufanda se habia vuelto a desenganchar y sus dedos entumecidos no la dejaban acomodarse. Puntualmente, los mensajes comenzaban a llegar a las 7 am. Sin mirar, sabia que era él. Pero él ya era un camino sin retorno.
Comenzó a cruzar cuando escuchó un grito. Se volvió a ver y solo se dio cuenta de que algo pasaba cuando sintió el golpe. Rodó por el pavimento y su cabeza golpeo alternadamente contra el piso hasta pegar definitivamente contra un auto estacionado. La vida se le escapaba a través de sus heridas, pero apenas si sentía dolor. Pensó en las violetas dentro del tacho de basura y en cuanto le gustaría volver a verlas. Con mucho esfuerzo pudo ladear la cabeza y, entre la sangre de su rostro, ver que un auto la había golpeado de muerte. No lo conocía, pero en ese momento creyó entender. Era violeta.

LGS

3 comentarios:

Laperraseescapó dijo...

Excelente relato LGS. Con ese toque dramático y a la vez místico en los detalles. Muy bueno.
Besos.

Mariela Torres dijo...

Violeta presa de un color en su destino.

Muy buen cuento.

¡Saludos!

bel! dijo...

Me encantó! Es realmente buenoo!

Gracias!

Abraxo!