2008-10-14

Tato, como siempre.

Cierta vez, en el 92, le hicieron a tato Bores una censura previa para evitar que se mencione críticamente a la Jueza María Romilda Servini de Cubría. El hecho tuvo una repercusión notable y generó una contraofensiva de la que me sentí oruglloso, a pesar de no tener nada que ver. Así como siento verguenza ajena al ver los resúmenes de Tvr, este debe ser uno de los pocos casos en que siento orgullo ajeno. Ni hablar de mi admiración hacia Tato, tan vigente por más que pasen lo siglos ya que la maldad, la corrupción, el orgullo, la vanidad, etc. son características intrínsecas del ser humano que Tato supo plasmar, más allá de los personajes, en sus increibles monólogos.
Esta respuesta de parte de la gente de la tv todavía me conmueve. Verlo a Tato saludando a tanta personalidad que se solidarizó con él, verlo ahi, en medio de esa vorágine de talento, como si fuera un deudo en pleno velorio, recibiendo el pésame y palabras de aliento, me hizo pensar, en su momento, que no todo estaba perdido. Luego, infiltrados cantando contra la censura, se ven dos nefastos personajes como Neustadt y Grondona, quienes aplaudieron y apoyaron a sucesivos gobiernos militares causantes de tanta o más censura que la de la jueza, y tantas otras aberraciones más. Qué hacían ahi? Supongo que tratando de despegarse un poco de su fama de fachos, cosa que jamás consiguieron.
A continuación, el video, un tanto añejo...



Que sucedió después con la jueza? Bueno, La Nación publicó un informe muy completo sobre su vida, lo que no hace más que aclarar el por que de semejante censura.
Este es un extracto:

María Romilda Servini de Cubría navega con asiduidad y sabe timonear. Podría ser ésta una metáfora alusiva a su pericia para deslizarse sobre las turbulentas aguas de la política argentina, donde a estas alturas ya no hay tormenta que la asuste. Desde sus dos despachos -uno el federal, en Comodoro Py, otro el electoral, en el viejo Palacio de Tribunales- vio pasar a cinco presidentes, administró judicialmente más de una docena de procesos electorales, se hizo cargo del vacío de poder que sucedió al colapso del cambio de siglo, controló infinitas internas partidarias de hecho y de derecho, mandó a cambiar leyes, bendijo las extraños comicios presidenciales -con tres fórmulas peronistas- de 2003 y sobrevivió en los noventa a causas ciclónicas como el Yomagate y al escándalo por la censura contra Tato Bores. Quizás hasta perdió la cuenta de los pedidos de juicio político en su contra (¿treinta?) que sorteó desde que está instalada, entre las funcionarias permanentes del Estado, como la más poderosa de todas. Para más, nunca nadie duró tanto como ella al frente del estratégico Juzgado Federal Nº 1 de la Capital Federal, el que, como queda dicho, viene con el manejo de la primera instancia en materia electoral para todo el país. Lleva allí casi 17 años, ella tiene 70, no está obligada a jubilarse a los 75 como otros jueces y nada indica que su trabajo de abuela le reclame en el futuro mayor dedicación. Ni que la jueza "Buruburubudía", como la bautizaron socarronamente cuando provocó el episodio más famoso de censura de toda la democracia, quiera vivir sin el protagonismo del cual ella misma colecciona pruebas en 25 carpetas de lomo grueso plagadas de recortes de diarios con las infinitas causas de sus juzgados.

El resto del artículo se puede leer haciendo click AQUI

Para cerrar, sabiendo que a quienes están en cargos tan delicados les importa un carajo, les dejo la frase final de Tato, del atemporal Tato Bores (y mi aplauso para el maestro):

"Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados"

2 comentarios:

carmela dijo...

Yo estaba en 2do grado en ese momento. Es casi algo histórico este post para mi. Muy interesante. Yo de tato recuerdo "Bermú con papas fritas" que creo que nunca terminé de entender que quería decir eso.
Me gustó la frase final. Creo que se aplica para todas las generaciones.
saludos

Eric dijo...

Me acuerdo como si fuera ayer de ese día. Había un no sé qué de reivindicación muy fuerte en el aire. Pero al mismo tiempo uno sospechaba que tan bueno no podía ser todo, como vos bien decís, con Neustadt y Grondona ahí.
El otro día leí en el diario que la misma jueza acaba de conseguir, mediante un recurso de amparo, que Yahoo! no arroje resultado cuando uno busca su nombre. También demandó a Google, que por suerte va a apelar. La misma historia, otra vez, aplicada ahora a los nuevos medios de comunicación.