La década del noventa propició hechos heroicos en el fútbol. Arrancó con Argentina llegando a la final del mundial del 90 contra perversos arbitrajes y una mano oscura nunca confesada de parte de la FIFA, Rosario Central remontando una final internacional en el 95, luego de perder el partido de ida 4 a 0 (único en la historia) y muchos otros ejemplos; pero este que voy a contar, además de heroico, me tuvo como protagonista.
¿Qué decir de una época (la escuela secundaria) donde mis recursos como conquistador no sobrepasaban de un "hola" para quedarme luego callado, sin palabras, transpirando las manos y todo colorado ante el especimen del sexo opuesto a quien queria con ansias conquistar? Es decir, no ganaba ni comprando todos los boletos.
En lo deportivo, mi madre, ferviente católica, creía que los movimientos vivos eran el camino a la perdición, y el fútbol concretamente, el pavimento para ese camino.
Nada deportista, nada galán, mis notas siempre eran buenas (¿algún beneficio tenía que darme la naturaleza, no?). Y eso, sumado a un extraño toque de suerte, me llevó a estar ahí y formar parte del equipo de "los dos leones".
La costumbre de quienes destacaban en los deportes (en especial el fútbol) era llegar a la clase de gimnasia bien temprano (unas 3 horas temprano), entrar corriendo a la cancha multideportes y despacharse con una seguidilla de partidos entre los equipos que ahí se armaban.
Coco, el profesor de educacion fisica, hacía años que había perdido la capacidad de preocuparse por la formación de sus alumnos, así que les largaba una pelota y ellos, como perros tras una liebre, se desbocaban tratando de alcanzarla.
El resto, los desterrados, los que sabíamos que la suma de los cuadrados de los catetos era igual al cuadrado de la hipotenusa, pero que cuando nos daban una numero cinco, casi con lástima diría, la enviábamos irremediablementeal baño de señoritas (tres pisos más arriba) a modo de devolucion, o que creíamos que pegarle a la pelota de punta y de taco era prácticamente lo mismo; rumiábamos en la cancha de vóley esperando alguna lesión para que, a falta de uno, nos dejen jugar con los que "sabían" y, así, compartir un poco de gloria, aunque sea prestada.
No voy a mentir diciendo que no tuve oportunidades. Definitivamente era horrible jugando y me cansaba al pensar en dar tan solo una zancada para alcanzar la pelota. Así que esperaba mientras veía el futbol pasar delante de mis ojos.
Ese día, Chilo y Huey llegaron tarde. No sé por que, pero ahí estaban, cuando los equipos estaban armados y ya no había donde meterse. Ellos eran más grandes que yo, estaban en cuarto año, pero gracias a la ideología escolar, había trato entre todos, así que saludaron y se dispusieron a entrar.
- ¿Ustedes juegan? - Preguntó Huey
Yo no lo podía creer, sobre todo porque dije sí en seguida, sin pensarlo siquiera. Miré para atrás y había tres chicos más que se plegaban a la propuesta. Chilo nos miraba de reojo, presintiendo lo poco que duraría en la cancha con semejante fauna.
Estaban "Antenita", también conocido como "Estalactita" (dos deformaciones de su verdadero apellido inventadas al calor de alguna noche entre amigos) cuyo logro máximo a nivel muscular era la digitación en la flauta traversa. Él se ofreció como arquero. Se sacó los lentes con pulcritud y se quedó esperando, como los demás.
Luego se aproximo CharanGus (había sacado el apodo de un programa de television donde había una tribuna con un grupo de gente que actuaba en el programa; entre ellos uno en particular, apodado "Charanguito"). Era tan penoso deportivamente como el de la tv. Lo que lo diferenciaba de mi (por suerte) era su abultada dosis de acné.
Por último, el "Ayudante"(habíamos visto que había trabajado de ayudante de alguien durante las vacaciones de verano). Con el tiempo se convirtió en "ayudante" a secas,perdiendo para siempre su nombre real... y a decir verdad, eramos pocos ya los que recordábamos su nombre verdadero. El se preparó a conciencia comenzando con una sesion de calistenia para calentar los musuclos, mientras su ceño fruncido me hacia suponer que estaba pensando, al igual que nosotros, como habia llegado ahi.
Hubo una especie de intento charla técnica dictada por Huey. Se nos paró delante y dijo:
-Bueno, vamos a tratar de jugar de contra y...
-Pará boludo -lo interrumpiò Chilo- Mejor hagan esto: pelota que les pase cerca, la revolean para adelante, que nosotros nos arreglamos.
Huey lo miró, pero se ve que terminó aceptando que era lo máximo que se podía hacer y agregó:
-No tengan miedo en dar alguna murra, si se arma, nosotros también repartimos.
El partido previo tenía como posible ganador al equipo de quinto, todos de pelo largo al estilo de los actores juveniles televisisvos de la decada del 90 (un programa, la Banda del golden rocket, estaba haciendo estragos entre nosotros y en nuestra imagen), donde el toque resaltaba, pero había poca garra. Iban ganando uno a cero y faltaban dos minutos para que terminara (los partidos eran a dos goles o a diez minutos).
A mi no había parte del cuerpo que no me sudara, estaba sumamente nervioso porque se agregaba un aliciente: las chicas estaban haciendo gimnasia en la cancha de vóley. Había una que me gustaba, ¿pero que decir?
Lo cierto es que el equipo de los chicos de quinto estaba bailando a los de cuarto y el segundo gol estaba al caer. La alfombra natural marrón clarito, escasa de cesped, trasladaba la pelota de un lado a otro, imaginando su próximo destino de red. Y ese iba a ser el momento de saltar a la cancha. El corazón se aceleraba cuando una pelota pegaba en el palo, o el arquero la sacaba con dificultad.
-Hay que marcarlos a Tincho y a Juanca - dijo Huey
-Es un puto Juanca - respondió Chilo y me miró. -apenas empecemos, metele una murra bien fuerte, vas a ver que no juega más.
Me estaban tratando como uno más, como si jugara con ellos desde siempre. Y eso me me hizo entrar en confianza. He gritado al ver un ratón, tan asustado como yo, correr por la cocina... Pero esta vez comence a sentirme valiente. Sea lo que sea que significara eso en futbol.
Charangus tenía los ojos inyectados. El creía que pegar era un arte, algo parecido a lo de los samuráis, y pensaba ponerlo en práctica apenas pudiera.
Ayudante seguía enlongando, serio y callado. Rumiando sobre como construir un cimiento en el área y levantar una pared defensiva. Era obvio que no confiaba en sus piernas.
Antenita creo que ni nos veía, a pesar de estar a dos metros de distancia, pero seguro escuchaba. Se lo notaba tenso. Como a punto de ejecutar una sonata de Bach con su flauta, solo que con menos música y con más golpes. Supongo que con semejante defensa jugando delante de él, pensaba recibir pelotazos hasta en las axilas.
Y el momento llegó, segundo gol de Juanca y los de cuarto que se iban. Se putearon un poco y se recriminaron falta de huevos, pero la cosa no pasaba a mayores. Estaban contentos, viendo el equipo que seguía (el mio!!) pensaron que iban a tener revancha enseguida. Se equivocaron.
13 comentarios:
me encantan las frases, como sabemos q la tierra no es mas q el infierno en otro planeta!?!?!
creo q esto ya lo dije pero bue!!
ahora me leo este texto y les digo q tal!!
saludos
jaja muy bueno, lindo toque porteño!!
saludos
MUY BUENO!!!! pero el toque porteño? Yo diría rosarino, como el negro Fontanarrosa!
Muy bueno! Coincido con lo del toque rosarino: el negro Fontanarrosa está presente. Algo que siempre admiré de él es la habilidad para volver interesante un partido de fútbol. A mí nunca me gustó el deporte (mi nivel muscular no alcanzaba ni a la flauta traversa), pero sus cuentos me fascinan, y esto se volvió a repetir con tu relato. Lo más importante en esos picados de fútbol no era el partido en sí, era otra cosa. Como si uno ejercitara su masculinidad, como vos bien señalás cuando hablás de las chicas haciendo gimnasia en la cancha de voley...
¿Cómo sigue?
la gente pide más!!
Che, gracias por los comentarios. Ya que alguien diga que tengo un toque de un primo segundo político de Fontanarrosa es un halago enorme.
Gracias x los comentarios. Apenas esté listo, publico la segunda parte... Esto es como "el señor de los anillos" pero por lo de partes, no por la calidad. je. Saludos!!!
sí, sí la sudoración, el deporte y los pibes con todos sus apodos, muy fontanarrosa.
me gusto mucho, saludos!
Lupe.
Muy bueno... recuerdo partidos como esos. Y también los vivo en la actualidad.
Lo que no recordaba era la pasion de Chilo por revolear la pelota para adelante.... nunca salir jugando.... bueh.
http://weblogs.clarin.com/puebloapueblo/archives/2006/09/la_vuelta_al_mundo_de_la_marcha_de_san_lorenzo.html
Sé que no tiene mucho que ver pero por favor lean esto y diganme si no se les pone la piel de gallina... (por la emocion)
Estoy seguro que Ariel me entiende.
Lupanar: Gracias che, me sonrojo. Supongo que de tanto leer al poeta de la redonda, uno intenta imitarlo. No por robo, sino por admiración, como queriendo imitar al maestro, muy lejos de lograrlo... gracias!
Abaddón: sabía lo de la entrada de las tropas de Hitler a París al son de la marcha. A mi se me pone la piel de gallina al escucharla, ni hablar al cantarla, me emociona.
Lo que no sabía era todo lo demás... realmente una muestra de la creación genial de C.Silva. Impresionante!
p/d: el momento de la marcha, cuando avanza el enemigo y luego los granaderos cubriéndose de gloria es re grosso! y eso que los milicos no me van, pero eran otras épocas!!!!
y mi parte 2 donde está? el suspenso es parte del marketing?
saludos!
Lupe.
Lupanar: No, para nada... cuanto podría ganar con esto, marketing incluido? sucede que me lleva tiempo armar lo que pienso, y luego le hago cien millones d ecorrecciones... en fin, paciencia!!! jejeje, gracias x el comentario.
Por cierto, a mi me parece que tanto hombres como mujeres tienen cosas para generalizar, sin ser peyorativo. Logicamente, existe lo individual, lo que nos hace unicos e irrepetibles, pero hay muchas cosas que por muchos motivos se repiten hasta el cansancio en ambos géneros. Al margen del organo sexual. saludos!
la verdad que muy bueno, sol te pasaste... espero la segunda parte!!! que mal lo del profe che..
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