2008-11-27
Como conesguir chicas
2008-11-20
No a la pornografía infantil
Me sumo como D.Johanson y Angie a la iniciativa de escribir todos los parámetros de búsqueda posible que utilizan quienes navegan con el objetivo de encontrar pornografía infantil, para que ello les resulte más difícil.
Pocas cosas deben ser tan duras como ver la confianza de un menor deshecha al ser sometido sexualmente por un adulto. Peor aún si este utiliza dicho sometimiento para ganar dinero.
Mi repudio más grande hacia ellos y los buscadores de pornografía infantil.
"angels", "lolitas", "boylover", "preteens", "girllover", "childlover", "pedoboy", "boyboy", "fetishboy" o "feet boy"
"angels", "lolitas", "boylover", "preteens", "girllover", "childlover", "pedoboy", "boyboy", "fetishboy" o "feet boy"
"angels", "lolitas", "boylover", "preteens", "girllover", "childlover", "pedoboy", "boyboy", "fetishboy" o "feet boy"
LGS
Inmerso
Por otro lado, esto me pasó. Sin que haya dobles lecturas, soy el protagonista del cuento.
Saludos!
LGS
La ginebra siempre hacía estragos. Hacia tiempo que me aburría la barra, pero seguía asistiendo, insistentemente, con dolor o pena, casi sufriendo. Pero no había nada mejor… y era demasiado poco. Así que rebajar la ginebra con un poco de menta y ver pasar las luciérnagas preparadas para su baile toda la noche. Me sabía muy murciélago entre tanto insecto.
La flaca tenía un nombre difícil, y nunca me acordaba. Así que era la flaca. Sin vueltas, sin posibilidad de confundirla con un amor pasado, era flaca y punto. Pero su delgadez no era obstáculo para su belleza. Y no podía evitar mirarla a los ojos. Ni quería hacerlo. Era el momento culmine de la noche… del día… de la semana. Para que mentir. Hacía rato que mis pensamientos más profundos giraban en torno a ella.
Era una época difícil para los sentimientos, sometimientos y aceptaciones en busca del amor. Así que trataba de mostrar esa fachada de no me importa, y hablar lo justo y necesario. Pero el torrente de palabras inspiradas surgían con la flaca, y sentía que sacaba lo mejor de mí de ese pozo oscuro en que se había convertido mi alma.
La noche en cuestión, luego de noches de insomnio e idas y vueltas, animarse y retractarse, morir y nacer, llegaba a su fin. Habíamos arreglado ir a otro lugar, así como al pasar, sin declaraciones jugadas, pero sabiendo la intención de fondo. Solo era cuestión de desarrollar el capullo en que se iba convirtiendo todo, así que seguimos charlando.
-De acá, si queres, vamos a papa´s… esta lindo el lugar.
-Bueno, dale… van los chicos?
-No creo… a ellos les gusta acá. No sé por que les gusta tanto.
-Y… por ahí el lugar, que se yo… la gente, poder ser uno sin que nadie te rompa…
-Demasiado profundo los motivos, creo que les gusta y no pueden dejar de venir.
No me pude contener, nunca en mi vida pude, y así me ha ido siempre.
-Flaca, que querés decir?
-Que son así, viven así, les gusta “esto”… si venís a papa`s conmigo vas a ver la diferencia.
-¿Por que? ¿Que diferencia?
-Hay otra gente, otro estilo… otro ambiente. No quiero sonar mal, pero esto…
-Pará, pará… yo vengo acá, mis amigos vienen acá: que querés decir?- aunque estaba claro que quería decir.
-Vos me gustás, pero lejos de acá.
Y yo sentí como me hervía la sangre. Como los latidos del corazón aumentaban a un ritmo galopante. Y solo la veía a ella, entre nieblas, desvaneciéndose su imagen como todo lo que había pensado. Podía irme, si, y seguir con lo planeado, ¿pero a costa de que? Y lo más grave, ¿con quien me estaba yendo?
Ahora que lo pienso, a la distancia, sin la ginebra, sin el calor y la falta de oxígeno, sin la buena música, sin los amigos, sin hablar del cambio que es posible, sin las utopías a las 6 am, sin el colectivo de vuelta, entre la gente de verdad… No, no era muy murciélago entre bichos, era murciélago entre murciélagos, nada más.
-Sabés flaca, entiendo lo que decís. Acá hay mucha “grasada”, mucho negro transpirado, mucho faso y mucho alcohol. Muchas ideas estúpidas y sin sentido. Seria bueno alejarme, si con eso me gano estar con vos…
La flaca sonreía, creyendomesuyo con solo desenfundar una sonrisa.
-Y si, es como vos decís flaca… hace tiempo que vengo pensando algo parecido, y para sentirme “como uno”, así nos vamos definitivamente a papa´s… te tengo que preguntar algo.
-Decime Ari
-Lees Cortázar?
-No, no se quien es…
-Entonces sos muy grasa para mi.
LGS
Nota: Sinceramente, en una época que creí mirar todo por encima del hombro... me resulto bueno volver a la realidad.
LGS
2008-11-19
Día del lector anónimo
Para todos los que entran a leer y dejan comentario, pero, sobre todo, para los que no lo hacen. Los que vienen y ven lo que uno llama "escribir", se lo bancan sin chistar y siguen su viaje sin inundarnos de los improperios largamente merecidos, para ellos este pequeño homenaje.
La idea es pasarlo, asi que si tenés entre 12 y 80 años, sos argentino nativo (o no, dal igual) y querés defender los soberanos portales de la patria... no, eso es el resultado de la propaganda de Gendarmería en los 80's... Vamos de nuevo. Si tenés blog y querés rendir un pequeño homenaje a los lectores anónimos, el banner previamente sacado de "La Memoria que Perdimos" sirve.
Saludos. Y gracias por venir.
LGS
2008-11-17
Fontanarrosa autentico (no una mala copia como yo... gracias Eric igual!!!)
Espero que les guste, al margen de su devoción, o no, por el fútbol.
LGS
Viejo con árbol
A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal. Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo.
Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada que hacer los sábados por la tarde y se acercaba al complejo para ver los partidos de la Liga. Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado en que lo vieron junto al lateral ya pasaron a considerarlo hinchada propia. Porque el viejo bien podía ir a ver los otros dos partidos que se jugaban a la misma hora en las canchas de al lado, pero se quedaba ahí, debajo del árbol, siguiéndolos a ellos.
Era el único hincha legítimo que tenían, al margen de algunos pibes chiquitos; el hijo de Norberto, los dos de Gaona, el sobrino del Mosca, que desembarcaban en el predio con las mayores y corrían a meterse entre los cañaverales apenas bajaban de los autos.
—Ojo con la vía íalertaba siempre Jorge mientras se cambiaban.
—No pasan trenes, casi ítranquilizaba Norberto. Y era verdad, o pasaba uno cada muerte de obispo, lentamente y metiendo ruido.
—¿No vino la hinchada? íya preguntaban todos al llegar nomás, buscando al viejoí. ¿No vino la barra brava?
Y se reían. Pero el viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, con un cierto refinamiento en su postura erguida, la mano derecha en alto sosteniendo la radio minúscula, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.
—La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá íbromeó alguno.
—Por ahí es amigo del referí —dijo otro. Pero sabían que el viejo hinchaba para ellos de alguna manera, moderadamente, porque lo habían visto aplaudir un par de partidos atrás, cuando le ganaron a Olimpia Seniors.
Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Soda cuando decidió dejarle su lugar a Eduardo, que estaba de suplente, al sentir que no daba más por el calor. Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel, a unos metros, mirando el partido. Cuando Eduardo entró a la cancha —casi a desgano, aprovechando para desperezarse— cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referíí, el Soda se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante cerca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.
El Soda pudo apreciar entonces que tendría unos setenta años, era flaquito, bastante alto, pulcro y con sombra de barba. Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.
—¿Está escuchando a Central Córdoba, maestro? —medio le gritó el Soda cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.
—No ísonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatadoí. Música ídijo después, mirándolo de nuevo.
Algún tanguito? —probó el Soda.
—Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora.
El Soda frunció el entrecejo. Ya tenía una buena anécdota para contarles a los muchachos y la cosa venía lo suficientemente interesante como para continuarla. Se levantó resoplando, se bajó las medias y caminó despacio hasta pararse al lado del viejo.
—Pero le gusta el fútbol —le dijo—. Por lo que veo.
El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.
—Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte —dictaminó después—. Muy emparentado.
El Soda lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.
—Mire usted nuestro arquero —efectivamente el viejo señaló a De León, que estudiaba el partido desde su arco, las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra—. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales —se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba—. Bueno... Eso, eso es la escultura...
El Soda adelantó la mandíbula y osciló levemente la cabeza, aprobando dubitativo.
—Vea usted —el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner— el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, amarillo cadmio y una veladura naranja por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y Siena de los mulos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura.
Aún estaba el Soda con los ojos entrecerrados cuando al viejo arreció.
—Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...
El Soda procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por De León.
—Y escuche usted, escuche usted... —lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido—... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, los alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música...
El Soda aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, luego del partido, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.
—Y vea usted a ese delantero... —señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado—... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro.
El Soda se tomó la cabeza.
—¿Qué cobró? —balbuceó indignado.
—¿Cobró penal? —abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha—. ¿Qué cobrás? —gritó después, desaforado—. ¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te parió?
El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.
—...¿Y eso? —se atrevió a preguntarle el Soda, señalándolo.
—Y eso... —vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra—...Eso es el fútbol.
2008-11-16
Premios Nébula
Que me gusta la ciencia ficción no es ningun secreto. Sobre todo la clásica, es decir, de autores que están, en su mayoría, muertos. Asimov en el puesto superior del podio, seguido de Heinlein y Clarke. Luego todos los demás, según el libro que esté leyendo.
Hace poco encontré un post sobre los ganadores del premio Nébula y sus respectivos escritos. Para quienes no lo saben, el premio Nébula es un premio concedido desde 1965 por la Asociación de escritores de ciencia ficción y fantasía de Estados Unidos (SFWA). Aunque no tiene asociada una cantidad de dinero, y el premio mismo es sencillo (un bloque transparente con una nebulosa incrustada brillante), las editoriales no suelen dejar de mencionar que una novela ha obtenido este galardón toda vez que sirve como marca de reconocimiento de otros escritores del gremio y sirve, al igual que el premio Hugo, para aumentar las ventas de la obra. De hecho, se considera uno de los premios más importantes de la ciencia ficción.
He leido algunos de los ganadores de este premio y no me han defraudado en absoluto. Si a este le sumamos haber ganado el premio Hugo, la calidad de la obra es superior.
Para quienes estén interesados, dejo unos links para descargar algunos de los libros ganadores en formato E-book y, para quienes quieran conseguirlos en papel, la lista de los ganadores desde su comienzo.
LGS
Premios Nébula 1965 a 1969
http://rapidshare.com/files/156589840/TARPNeb6569.rar
Premios Nébula 1970 a 1975
http://rapidshare.com/files/156583734/TARPNeb7075.rar
Premios Nébula 1976 a 1980
http://rapidshare.com/files/156584769/TARPNeb7680.rar
Premios Nébula 1981 a 1985
http://rapidshare.com/files/156585729/TARPNeb8185.rar
Premios Nébula 1986 a 1992 (excepto 1989)
http://rapidshare.com/files/156586879/TARPNeb8692.rar
Premios Nébula 1993, 1998 y 2000
http://rapidshare.com/files/156587871/TARPNeb9300.rar
Premios Nébula 2002 a 2004
http://rapidshare.com/files/156588980/TARPNeb0204.rar
1965 Frank Herbert (EEUU, 1920-1986) por Dune
1966 Daniel Keyes (EEUU, 1927) por Flores para Algernon
Samuel R. Delany (EEUU, 1942) por Babel-17
1967 Samuel R. Delany (EEUU, 1942) por La intersección de Einstein
1968 Alexei Panshin (EEUU, 1940) por Rito de iniciación
1969 Ursula K. Le Guin (EEUU, 1929) por La mano izquierda de la oscuridad
1970 Larry Niven (EEUU, 1938) por Mundo anillo
1971 Robert Silverberg (EEUU, 1935) por Tiempo de cambios
1972 Isaac Asimov (EEUU, 1920-1992) por Los propios dioses
1973 Arthur C. Clarke (Gran Bretaña, 1917-2008) por Cita con Rama
1974 Ursula K. Le Guin (EEUU, 1929) por Los desposeídos
1975 Joe Haldeman (EEUU, 1943) por La guerra interminable
1976 Frederik Pohl (EEUU, 1919) por Homo Plus
1977 Frederik Pohl (EEUU, 1919) por Pórtico
1978 Vonda N. McIntyre (EEUU, 1948) por Serpiente del sueño
1979 Arthur C. Clarke (Gran Bretaña, 1917-2008) por Las fuentes del Paraíso
1980 Gregory Benford (EEUU, 1941) por Cronopaisaje
1981 Gene Wolfe (EEUU, 1931) por La garra del conciliador
1982 Michael Bishop (EEUU, 1945) por Sólo un enemigo: el tiempo
1983 David Brin (EEUU, 1950) por Marea estelar
1984 William Gibson (EEUU, 1948) por Neuromante
1985 Orson Scott Card (EEUU, 1951) por El juego de Ender
1986 Orson Scott Card (EEUU, 1951) por La voz de los muertos
1987 Pat Murphy (EEUU, 1955) por La mujer que caía
1988 Lois McMaster Bujold (EEUU, 1949) por En caída libre
1989 Elizabeth Ann Scarborough (EEUU, 1947) por The Healer s War
1990 Ursula K. Le Guin (EEUU, 1929) por Tehanu: The Last Book of Earthsea
1991 Michael Swanwick (EEUU, 1950) por Las estaciones de las mareas
1992 Connie Willis (EEUU, 1945) por El libro del Día del Juicio Final
1993 Kim Stanley Robinson (EEUU, 1952) por Marte Rojo
1994 Greg Bear (EEUU, 1951) por Marte se mueve
1995 Robert J. Sawyer (Canadá, 1960) por El experimento terminal
1996 Nicola Griffith (Gran Bretaña, 1960) por Río Lento
1997 Vonda N. McIntyre (EEUU, 1948) por La luna y el sol
1998 Joe Haldeman (EEUU, 1943) por Paz interminable
1999 Octavia E. Butler (EEUU, 1947) por Parable of the Talents
2000 Greg Bear (EEUU, 1951) por La radio de Darwin
2001 Catherine Asaro (EEUU, 1958) por Rosa Cuántica
2002 Neil Gaiman (Gran Bretaña, 1960) por American Gods
2003 Elizabeth Moon (EEUU, 1945) por La velocidad de la oscuridad
2004 Lois McMaster Bujold (EEUU, 1949) por Paladín de almas
2005 Joe Haldeman (EEUU, 1943) por Camuflaje
2006 Jack McDevitt (EEUU, 1935) por Seeker
2008-11-07
Los dos leones - Parte III
Los chicos por delante de nuestra línea, eran la primera defensa, los que se lanzaba sin pensarlo, los que perseguían, se sacrificaban y nos dejaban a los atacantes medio rendidos a nuestros pies. Pero eso tenía su lado negativo, ya que no podíamos salir al ataque. Todo en ofensiva quedaba supeditado a lo que pudieran hacer Ayudante, Charangus y César. Y no era mucho realmente.
La explosión de la gente fue un trueno. Pensé que la pelota no iba a entrar, que Leonardo iba a llegar con semejante esfuerzo. Pero de la forma que le había pegado tenía que ser gol. Jamás pensé que me iba a salir, pero ahí estaba volando la pelota, yendo hacia donde yo pretendía y, en último momento, esquivando milagrosamente al defensor para ir a descansar contra la red. Todos entraron corriendo a la cancha, a festejar con nosotros. Yo estaba debajo de la montaña de gente compuesta por Chilo, Antenita, Ayudante y Charangus. Huey estaba inmovilizado mirándonos, como no atreviéndose a creer, con más temor que yo de despertar. Pero no estábamos dormidos y, entre los aplausos de la señora De Perrone (había lágrimas en sus ojos, aunque ella siempre lo negó) las risas de Coco y los celadores, salí de debajo de la montaña e inicié otra, con Huey como base. Le contagié la risa y ya estaba gritando – ¡Vamos carajo!- una y otra vez.
2008-11-04
Pensando en nada
El calor se acentúa y ya no trato de buscar explicaciones ni motivos. Ellos se funden en un solo que subyace detrás de toda conciencia, el motivo mayor, seguir y seguir...
La radio me satura a veces, demasiada gente hablando que se suma al bullcicio general. Hablando sin decir nada, pero tampoco queriendo escuchar demasiado. Se repiten los mismos acordes sin sentido, mientras el mundo paga por lo que le llevo.
Y, cuando el sol está en el cenit, la ciudad parece vaciarse. Viejas tradiciones de siesta pueblerina hacen que todos corran a refugiarse durante las horas más agobiantes (y eso que esto recién comienza) por lo que me quedo solo. No hay nada para disfrutar en esa soledad de asfalto... el agua y el detergente siguen ahi, pero a la sombra. Es hora de volver a casa, como siempre, como todos los días, como nunca.
Detrás del volante, pensando en nada.
LGS
Encuesta sobre el racismo
La mayoría de la gente ha sido sincera admitiendo ser decididamente racista (un 30%) y un 48% que de vez en cuando algo se le escapa. Sin ir muy lejos con los ejemplos, me he visto cantando en la tribuna de mi muy amado Rosario Central acerca de matar negros, bolivianos y paraguayos.... de lo cual, cuando razono, me averguenzo.
Hubo quienes afirmaron no cometer un acto racista jamás a quienes, de ser verdad, los admiro (un 11% de los votantes). Luego, fanatismos religiosos al margen, y muy de cerca, un 9% dice amar a todas las criaturas del señor. Lo que debe incluir a asesinos, violadores, vendedores de droga, políticos, jugadores de futbol, ex milicos represores... evidentemente la palabra "todas" es muy abarcativa.
Agradezco la molestia de quienes votaron y los animo a votar en la próxima encuesta (la cual explicaré sus motivos al finalizar, claro) que versará sobre el tamaño del pene y si esto (el tamaño) es determinante en una relación sexual.
Gracias x entrar.
LGS